jueves, 13 de diciembre de 2007

CUENTACUENTOS 17-12-2007 (ESPECIAL DE NAVIDAD)


Especial de Navidad dedicado a todas las queridas abuelas


No sé el porqué estoy escribiendo un especial de Navidad, cuando ya hace algunos años que no me gustan para nada estas fiestas a las que antes esperaba con la mayor ilusión que se pueda tener en esta vida. Quizás sea que nunca me ha gustado pedir para mí. También puede ser que ya no estén conmigo las personas que más sueños y emociones provocaron en mi hoy pobre y enfermizo corazón.
Cuando era pequeñita, no sé exactamente por qué, pero siempre terminaba llorando el día de Noche Buena y la noche de Fin de Año. Entonces no se puede decir que no sintiera la magia de esos días especiales sino todo lo contrario. Nos reuníamos toda la familia en casa de mis abuelos. Cuando digo toda la familia, me refiero a padres, tíos, primos, hermanos, amigos, vecinos y por supuesto mis abuelos paternos. Los otros, los de la parte materna ya habían muerto hacía tiempo. No llegué a conocerlos en persona, aunque mi madre no dejó de pasar ni un sólo día mientras vivió, sin contarme algunas anécdotas de ellos.
La primera cuestión que recuerdo para que llorara en esos días, era los terribles dolores de muelas que se acentuaban en esas fechas. Creo que eran por los dulces típicos (aunque he de confesar que mi cuerpo siempre ha rechazado el azúcar). Aunque lloraba como ya os he dicho, me sentía inmensamente feliz.
La Noche Buena, no era como ahora ni mucho menos. Recuerdo una en especial, que comimos como todo majar, boniatos asados y un aguachirle de achicoria endulzada con regaliz. No había nada que comer para nadie y con esos alimentos, nos sentíamos las personas más afortunadas del mundo. Eso sí, cuando nos calentamos un poco el estómago con la aún amarga infusión, los mayores de mi familia pusieron todo el empeño en sacar las panderetas, cucharas y algunas botellas antiguas y vacías de anís "La Castellana" (guardadas para la ocasión) y con esos instrumentos, tocamos y cantamos un montón de lindos villancicos, que he intentado transmitir igualmente a mis descendientes, pero los chicos de ahora no tienen tiempo para sus abuelos y sólo prestan atención a las endemoniadas vídeo-consolas, que además de gordos y fofos, lo tienen cegatos perdidos y nerviosos como una vara de acebuche.
También recuerdo la diferencia del Día de Reyes. Entonces aquí a España, sólo venían los Reyes de Oriente. De Papá Noel, no teníamos ni referencia...
Un año, me trajeron un ladrillo coriano, vestido con una toquilla vieja de uno de mis hermanos. Os aseguro que no ha habido ni habrá muñeco más preciado para mí que aquel ladrillo, que cuando se cogía en brazos, parecía un niño de verdad. Otro año, mi padre talló como pudo unos platitos y unas ollitas y los pintó con colores fuertes, brillantes y vivos. No había en el mundo una niña más dichosa que yo con aquella abrupta y destartalada vajilla, que puesta en fila encima de unas piedras, era la mejor y más flamante cocina que nadie haya visto jamás.
Los días previos a la Navidad, eran no menos emocionantes para mí. Todas las mujeres del pueblo se reunían y acudían a la única panadería que había en la población y en cuyo horno, hacían los típicos hojaldres y polvorones, dejando en muchos metros a la redonda de la localidad, un aroma inconfundible a Navidad y contando mientras trabajaban, unas historias maravillosas transmitidas de generación en generación. Además, como no había televisión, tras la cena de Noche Buena, todas las mujeres hacían deliciosos pestiños bañados en una purísima miel de abeja, donde no faltaban las canciones y las risas que aún resuenan en mis oídos después de tantos años.
A las 23:30 horas, ya estaban todos los dulces a buen recaudo en un arca especial para este fin y toda la familia dispuesta para acudir a la Misa del Gallo. En aquel entonces, esto era un acontecimiento social, donde todas las familias del pueblo se daban cita y tras la celebración religiosa, la fiesta continuaba todos juntos en la Iglesia.
Ahora mis nietos no saben siquiera qué es lo que están celebrando. Se cena con la televisión encendida. Se come a lo bruto (no sé porqué hay que comer tanto esa noche), se bebe todavía más. Los nietos mayores se van de guateque, botellona, botellón o cotillón, o como quiera que se llame. Los pequeños directos a la consola como siempre y los mayores, para lo único que se reunen es para presumir del plasma, del coche o del equipo de música, por no hablar de los abrigos de pieles o las joyas que ese día se colocan pese a quien pese.
Los niños reciben regalos el Día de Navidad y el Día de Reyes y no uno, sino a montones, los mismos a los que ni siquiera prestan atención una vez abiertos.
Definitivamente no sé el porqué estoy escribiendo este especial de Navidad, que seguro a nadie interesa y nadie va a leer.


Con mis mejores deseos para que todos pasen este año una Navidad mágica.
Marisela

sábado, 8 de diciembre de 2007

CUENTACUENTOS 10-12-2007


Cuentacuentos 10-12-2007

FRASE DE DULCE LOCURA: “Cuando se quiso dar cuenta, era otra vez otoño”

Cuando se quiso dar cuenta, era otra vez otoño. Había pasado un año desde que se sintió abatida por el acontecer de su vida que no funcionaba todo lo bien que ella quisiera y como había soñado desde que no era más que un renacuajo. Nada resultaba ser como había planeado. No terminaba de encontrar un empleo como a ella le gustaría y para el que con tanto esfuerzo y tiempo se había preparado. En amores, ídem de lo mismo. Todo parecía ser un fracaso para Palmira. Y lo peor de todo, es que no se sentía con ánimo de seguir esperando...
Desde muy pequeñita soñaba con tener quince años. No sabía muy bien porqué precisamente esa edad, quizás tuviera que ver con que todos le decían "la edad de la niña bonita". Ella se ponía los tacones de su madre, se hacía largas trenzas con trapos sobrantes de la costura de su tía, se pintaba los labios, de un color fucsia fuerte y se colgaba un bolso desechado por su progenitora y que ella había adoptado como el mejor de sus juguetes.
Palmira siempre quiso ser una mujer hecha y derecha y como tal, jugó y actuó toda su niñez. Como era la mayor de cinco hermanos, tampoco hubo nadie que se burlara de sus pretensiones de parecer más edad de la que tenía en realidad.
Los años fueron pasando lentamente como si de siglos se tratara para Palmira.
El día de su Primera Comunión, marcó uno de los grandes logros trazados por la niña en su empeño de conseguir ser vista como una muchacha y no como una mocosa. Ese día, todos le decían: "Ya eres toda una mujercita y ahora tiene que ser responsable con tus actos y enseñar a tus hermanos". Esas palabras típicas que se le dicen a todos los niños en esas fechas, a Palmira se le clavaron en su corazón y desde ese mismo momento pasó a convertirse en una segunda madre para sus hermanos.
Entre los ocho y los once años, Palmira vivió una profunda evolución interior, pero exteriormente se consideraba como si fuera invisible. Esos largos años, se sintió menos observada. El protagonismo lo tenían entonces sus hermanos menores.
También se sintió mucho menos influenciada por su madre y por su tía, a las que ella no se perdonaba desairar en ningún momento y a las que consideraba la perfección del género femenino.
Acababa de cumplir los doce años, cuando a Palmira, una mañana como cualquier otra, le bajó su primera regla en el transcurso de una de sus clases. Su madre hacía tiempo que le había explicado que eso sucedería y que a partir de ese momento, sería interiormente toda una mujer. Ese acontecimiento, marcaría que su cuerpo estaba preparado para poder engendrar y parir hijos.
El dolor de vientre y la gran hemorragia que se le presentó, marcó otro de los retos y a la vez fracaso en la vida de Palmira. Su madre habló muy seriamente con ella, le volvió a repetir todo lo que ya sabía, pero añadió que era sólo una niña y que a partir de ese momento tendría que extremar sus cuidados, sobre todo con los chicos que se pegarían a ella como moscas, buscando sólo seducirla y muy especialmente, tendría que tener mucho cuidado con los hombres no tan jóvenes, que si tenían experiencia de la vida y que buscarían tener sexo con ella, engatusándola con palabras de falso amor y con detalles de esos que nos gustan a todas las mujeres.
-Es importante que a partir de ahora, seamos amiga además de madre e hija -dijo la madre a Palmira, con tono serio y solemne, aunque acarició la mejilla de la pequeña y le dió un cariñoso beso en la frente-.
La mamá, le explicó bastante bien, que las relaciones sexuales deben ser por amor, con quién ella decida y cuando ella quiera. Por eso de la importancia de que hubiera confianza entre ambas, porque había medios para impedir quedarse embarazada y porque ella no quería que le hicieran daño con falsas promesas.
Palmira, sintió de pronto mucho miedo hacia la gran responsabilidad que tenía por el simple hecho de haber tenido la regla. Recordó las miradas que en aquel último año, le echaban los chicos en el gimnasio o cuando se ponía a jugar a la goma o a la comba, incluso los profesores la miraban de un modo distinto. Y es que a la adolescente, se le había desarrollado bastante los senos. Se les presentaban ante ella de un modo casi insultante y provocador. Incluso le molestaban, por no hablar del inmenso dolor que había sufrido, especialmente las últimas semanas, que casi no podía aguantar el roce de la ropa.
Los quince llegaron, pero transcurrió casi sin darse cuenta. Tanto esperar, para que no sucediera nada especial, acepto que ante el espejo, Palmira era una hemosísima mujer, donde toda ella desprendía sensualidad e intensos brillos de todos los colores.
Pronto vinieron los dieciocho, los veinte, los veinticinco y sin darse apenas cuenta, llegó el día que cumplió los treinta y uno. Ahora pasaba todo lo contrario, el tiempo en vez de pasar volaba. Se podría decir que el setenta por ciento de su vida había transcurrido en sus doce primeros años. El quince por ciento, en los diez siguiente y conforme se evaporizaban los días, sin apenas sentirlos, el quince por ciento restante, sería mucho más cruel y sin sentido, porque además, los mayores siempre le decían (que el tiempo se hace cada vez más corto. Que de los treinta a los cuarenta, corre. De los cuarenta a los cincuenta, vuela raudo como el viento. De los cincuenta en adelante, cada año pasa como un leve soplo casi inadvertido).
Había pasado su niñez queriendo ser una mujer de verdad, pero ahora que por fin lo había conseguido, daría gustosa todo lo que había conseguido, por volver a ser la niña que jugaba entre trapos y carmín en el patio de su hermosa casa, sin otra obligación que esperar pacientemente los otoños que tanto le gustaban y que tardaban tanto en llegar.
Se había sentido agasajada y mimada por los moscones que le advirtió su madre. También había vivido el placer, deleite e intenso dolor de lo que había considerado "amor". Le Habían roto el corazón en más de una ocasión y también dejó ella unos cuantos destrozados por el camino. Pero la realidad nada tiene que ver con las grandes pasiones que soñó cuando era pequeña. La realidad nunca supera a la fantasía. Ahora sabía que las caricias y los amores soñados son los mejores y que nunca recobraría aquello que tantas prisas tuvo en perder.

Dedicado a todos los cuentacuentos que no le gustan los finales felices.

Marisela

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viernes, 30 de noviembre de 2007

CUENTACUENTOS 3-12-2007



Cuentacuentos 3-12-2007

FRASE DE CARLOS: “Las turbulencias presagiaban lo peor”


Las turbulencias presagiaban lo peor en aquella noche encendida de un extraño rojo, que aún parecía embravecer más y más, al enfurecido mar. Las enormes olas rompían con una fuerza bestial sobre las rocas del desfiladero de la pequeña isla, coronada por el faro donde vivía desde hacía años Bernardo y su joven hija Virginia.
Bernardo, como cada noche, había subido a contemplar a la luna y al reflejo de plata fina que dejaba en las que consideraba sus aguas. Era el momento del día que más feliz se sentía y el verdadero motivo por el que había aceptado aquel trabajo años atrás cuando murió su esposa.
La luz del faro enfocaba al rompeolas, donde el mar embestía de un modo que daba miedo y eso que Bernardo, a lo largo de aquellos años se había hecho todo un experto en temporales.
Virginia subió también, asustada por el tremendo estruendo de las aguas y se puso al lado de su padre en los enormes ventanales, sintiéndose impotente ante tanta grandeza como tenían el privilegio de observar desde allí.
No podían creer lo que veían sus ojos, un cuerpo flotaba como si de una marioneta se tratara, mecido violentamente al compás de las grandiosas olas y se estaba acercando peligrosamente a la orilla. Sólo un pequeño montículo de arena, lo separaba de las afiladas rocas. El farero y su hija, se enfundaron rápidamente dentro de los chubasqueros de un luminoso amarillo y cada uno con una potente linterna en la mano, se dispusieron a descender por el empinado camino que llevaba hasta el rompeolas. Una vez allí, la angustia se apoderó de ellos, porque en más de una ocasión, la bravura de las aguas estuvo a punto de estamparlos contra las duras piedras.
De pronto, casi como un milagro, el cuerpo se estancó en el montículo arenoso, mostrando a una preciosa mujer de rostro pálido y sereno, con una hermosa cabellera negra que le cubría parte del torso desnudo.
El asombrado farero, desde lejos, pensó ver una hermosa cola de pez plateada como el reflejo que tanto le gustaba ver por las noches desde el faro. Se quitó el chubasquero y conforme la mujer se fue poniendo de pie, lo que a él le pareció una cola, se fue convirtiendo en unas piernas largas y bien torneadas.
Bernardo, perturbado por la visión que acababa de ver, tapó la desnudez de la mujer y la tomó en sus brazos hasta el faro, seguido de Virginia, que había permanecido un poco alejada del lugar, por orden de su padre y por respeto a la gran altura de las olas.
Al llegar al faro, aún Bernardo se estaba recriminando tantas historias como leía de sirenas y viejos marineros y seguía repitiéndose: ¡No puede ser, no puede ser! ¡Las sirenas no existen!
La joven Virginia, sacó ropas suyas para que la extraña y bella dama se vistiera y le ayudó a secarse, mientras Bernardo preparaba un chocolate caliente para reconfortarla por dentro.
Pasadas unas horas, donde se acomodaron cerca del fuego, a la desconocida mujer se le empezó a sonrosar las mejillas y comenzó a agradecer a sus salvadores el peligro que habían corrido por ir en su auxilio.
Pasaron los días y Bernardo, se sentía cada vez más atraído por Rosa, que así dijo llamarse la misteriosa dama.
No pasó mucho tiempo para que Bernardo le declarara su amor y pidiera a Rosa que se casara con él.
Entonces la joven enamorada, explicó a Bernardo, que ella era una sirena que desde siempre se había sentido atraída por la luz que le brindaba por las noches su faro y el rey del mar, compadecido del amor que ella sentía, le había dado permiso para salir. Si su amor era correspondido, viviría el resto de sus días como una auténtica mujer, pero si no era así, tendría que regresar pasado un mes, (para eso sólo faltaba tres días). También dijo a Bernardo, que si su hija no la aceptaba como madre, tampoco podría permanecer con ellos, pero la joven no debería jamás conocer la historia.
Bernardo se apresuró a hablar con su hija aquella misma noche, para contarle que le gustaría si ella estaba de acuerdo, casarse con Rosa. La joven, que había observado el interés y las miradas de ambos, llevaba hacía días propiciando el acercamiento y posterior declaración, pues se sentía feliz de poder contar con los consejos y la amistad de la que ella veía más que como madre, como hermana mayor.
Así fue como la sirena se quedó a vivir en el faro hasta que ambos murieron como humanos. Tras la muerte, pudieron vivir por siempre en el mundo de las profundidades alumbrados por el faro, cuyo farero pasó a ser su nieto mayor.

Marisela

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viernes, 16 de noviembre de 2007

CUENTACUENTOS 9-11-2007





Cuentacuentos 19-11-007


Frase de Beleita: "El camino era tan estrecho que se hacía difícil caminar erguido sin caer"


El camino era tan estrecho que se hacía difícil caminar erguido sin caer, pero como podía, arañándose con las espesas ramas que casi lo ocultaban, Lorenzo, lo atravesaba con la ayuda de sus manos como única herramienta, para sortear los inmensos helechos y ramas secas que se clavaban en su cuerpo como afilados cuchillos y que le provocaban sangrantes regueros de un rojo intenso y un desagradable escozor general, en parte también producido por la alergia que desde siempre había tenido al polvillo de las plantas.

-¡¿Pero qué pintas aquí en medio del verde follaje?! –Se preguntó así mismo el pobre Lorenzo, mientras seguía adentrándose en la jungla en calzoncillos y perseguido por un gigante de casi dos metros de altura y ciento cincuenta kilos de peso, que además, iba cargado de un machete que había jurado incrustarlo en su cabeza más de una vez-.

Cuando nuestro protagonista veía en la televisión o en el cine, alguna persecución como la que estaba sufriendo, siempre le decía al perseguido que era tonto, que porqué no se subía a un árbol o se escondía detrás de los matorrales. Ahora desde la acción, se reprochaba lo capullo que era y lo fácil que se veía todo sentado en un cómodo sofá...

Lorenzo pensaba lo más rápido que podía, queriendo poner a todos sus sentidos en máxima alerta y deseando en señal de ánimo, acompañarse de si mismo. De su propio interior, como si de otra persona se tratara, para sobrellevar la vergonzosa experiencia que estaba viviendo, que aunque parecía una pesadilla, era por desgracia una amarga realidad.

Todo comenzó cuando Carmencita, una sensual mujer de piel sonrosada y labios carnosos y húmedos, comenzó a trabajar en la misma empresa que Lorenzo. A la coqueta muchacha, le bastó sólo una caída de ojos durante una intensa mirada para conquistar el corazón de nuestro hombre, que desde ese mismo momento se convirtió en la sombra de ella, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera tener entre sus brazos a la jugosa Carmencita.

Cuando había transcurrido un par de semanas y tras continuas llamadas telefónicas y bonitos ramos de flores a diario, la mujer terminó aceptando la invitación para ir cenar con Lorenzo el jueves por la noche.

Tras la formidable cena, que había tenido lugar en un afamado y confortable restaurante de Madrid, nuestros apasionados muchachos fueron a tomar una copa a un local no menos atrayente, donde pudieron llevar a cabo una agradable y distendida conversación. A continuación, la chica decidió que era hora de regresar a casa, ya que al día siguiente tenían que trabajar…

Lorenzo, acompañó a la bella joven después de insistir considerablemente para que dejara su vehículo en los aparcamientos de la empresa, explicándole que regresarían juntos al día siguiente. Durante el recorrido de regreso, a Lorenzo se le hacía la boca agua, pensando que esa misma noche podría conseguir su único objetivo desde que la conoció.

Al llegar delante del domicilio de Carmencita, Lorenzo puso en marcha todos sus encantos de seductor, para no dar tiempo a la chica a plantearse otra cuestión que no fuera pasar la noche junto a él. Así fue como empezó a inflamarse cada vez más la pasión y el deseo que en realidad ambos se profesaban. Tras media hora de un ininterrumpido beso e intensas caricias electrizantes, Carmencita, pudo al fin hablar y lo hizo para decir a Lorenzo, que vivía con sus padres, dos hermanos menores y su abuela paterna, que además estaba en la ventana contemplándolos a ellos y toda la escena que acababan de protagonizar. Lorenzo, nervioso, suplicó a la chica que pasara el fin de semana con él en Mallorca. Que podrían tomar el vuelo de aquel mismo viernes, a las 17 horas. Carmencita aceptó la invitación y quedaron para que pasara a recogerla a las ocho de la mañana, donde ya llevarían preparados el equipaje para aquel volcánico viaje a la isla balear.

Nada más llegar al hotel donde se hospedarían los dos días en Mallorca, los jóvenes se enfrascaron rápidamente en sus artes amatorias y cuando el ambiente empezó a adquirir tonos de alucinaciones y las bocas les sabían a un intenso sabor a cobre, la puerta de la habitación se abrió de repente, dejando a la vista a una enorme mole con un machete en la mano, del que parecía ser el novio de Carmencita y del que Lorenzo no tenía ni idea de que existiera. A Partir de ahí y sin saber cómo pudo salir de dicha habitación mientras el gigante amenazaba con descuartizarlo, Lorenzo corría mucho más rápido de lo que la dificultad del camino y su desnudez les permitían, perseguido incansablemente por aquel forzudo e indignado novio cornudo y ansioso de venganza.

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viernes, 26 de octubre de 2007

CUENTACUENTOS 29-10-2007



Cuentacuentos 29-10-2007


Frase de YAIZA: ¿Por qué el mar es azul?


-¿Por qué el mar es azul? -Preguntó Marisela, mientras miraba extasiada la inmensidad y la grandeza del Océano Atlántico-. El abuelo, la miró complacido por la pregunta y por el interés que mostraba la pequeña en lo que había sido sin ninguna duda, su gran pasión en esta vida.
-Cariño, creo que es por la luz del Sol y porque el agua es como un gran espejo donde se refleja la belleza del cielo. Aunque yo lo he visto durante algunas tormentas, completamente rojo y negro como la boca de un lobo -el abuelo, miraba de reojo a Marisela, que miraba hacia el horizonte con cara de espanto, mientras imaginaba aquellas mansas aguas coloreadas como el anciano le estaba describiendo-.
-Mamá dice que para Santiago, las mareas son mucho más fuertes y que las olas llegan más arriba de donde nos encontramos ahora.
-Así es Marisela. Las mareas son cada seis horas y son provocadas por atracciones del Sol y de la Luna -contestó el anciano mientras seguía con su canasto, salando las sardinas que le servirían más tarde como carnada para la pesca-.
-¿Y qué tienen que ver el Sol y la Luna con lo altos que están? -Esta vez, la cara de la niña, se mostraba incrédula ante la contestación de su abuelo Fernando-.
-Tesoro, la Luna y el Sol, atraen al mar desde allá arriba. Las aguas se mueven por eso y porque nosotros al mismo tiempo, estamos girando alrededor del Sol. El Sol es más atrayente que la Luna, pero como está más lejos, la Luna tiene mucha importancia en las mareas. -La pequeña, se sujetó con fuerza al banquete donde estaba sentada, como sintiéndose insegura entre tantos movimientos que explicaba Fernando-.
-¿Y el día de Santiago, por qué es especial? -Volvió a preguntar Marisela, que no se imaginaba al Sol y a la Luna, sabiendo qué día del año era en realidad-
-Quizás es porque es uno de los días más largos del año y como la Luna y el Sol están condenados a vivir separados, ese día, se les hace especialmente difícil y los dos, ejercen toda la atracción de que son capaz, para tocarse por medio del agua. También, me dijeron una vez, que es en ese día del año, cuando protestan delante de Dios, por la tristeza que les supone la separación forzosa a la que están sometidos.
Desde la casa de la playa, la madre de Marisela, llamaba a la pequeña para merendar.
-Me tengo que ir abuelo, mañana me cuentas más ¿Vale?
-Vale preciosa, mañana seguiremos hablando del mar. Ahora yo también me tengo que ir a pescar, porque está empezando a subir la marea.
Y el anciano abrazó a la chiquilla, besándola en la frente y se alejó hacia la orilla, con su caña de pescar, el canasto con las sardinas, el banquete y un sombrero de paja, para resguardarse de los últimos rayos de sol de la tarde.

Marisela
Basado en una conversación que tuve con mi abuelo hace muchos años.


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sábado, 13 de octubre de 2007

CUENTACUENTOS 15-10-2007

Cuentacuentos 15-10-2007


Frase de la semana de Scry: "Las palabras no significan nada, no son importantes, lo que marca son tus actos, y la coherencia de estos con tus palabras"


Las palabras no significan nada, no son importantes, lo que marca son tus actos, y la coherencia de estos con tus palabras, pero hija mía, supongo que podrías ser un poquito más amable y mejorar tu vocabulario ¿No? ¿No ves que espantas a todas las personas de tu lado? El pobre chico, lleva todo un año intentando acercarse a tí para hablarte y tú, has tardado tan sólo un minuto en quitarle las ganas de arrimarse de nuevo a una chica en lo que le queda de vida...

¡Calla, que soy tu madre y a una madre no se le contesta de ese modo! Desde luego, eres un macho pingo ¿A dónde está la educación que te han dado las monjas durante dieciocho años?

¡Con los cuartos que nos hemos gastado tu padre y yo, en hacer de tí una señorita de bien!

Felipe, no sé que vamos hacer con esta niña, pero los animales del Zoo, tienen más educación que esta fiera.

-¡Y dale, te he dicho que no me grites así! Almudena, vas hacer que no nos quede otro remedio que llevarte al psicólogo, porque debe de ser eso..., con tanto estudiar se te ha ido la olla.

Aún recuerdo a la niña dulce y obediente que eras cuando pequeña y me parece imposible que seas la misma persona.

¡Sácate el dedo de la nariz y siéntate como es debido Almudena!

¡Por todos los santos...! ¿Has visto el cuello de mugre que llevas? ¿Es que ni siquiera te lavas Almudena? ¿O es que lo haces para que haga juego con tus uñas pintadas de negro y esos maquillajes tan raros que te pones? ¡Pero niña! ¿Me puedes explicar a quién has visto tú ponerse como un fantasma en esta casa?

¡Te estoy hablando Almudena, baja ahora mismo el volumen de la música!

¡Felipeeee, dile a tu hija, que con esa pinta no sale y que se quite de una vez ese vestido negro, que huele a rayos!

¡Pero Felipe, ¿No me oyes?!

¡A quién va a salir la niña, cuando el padre está roncando en el sofá!

Bueno Almudena, no grites, que sí te dejo salir, pero no vayas a venir más tarde de las ocho de la mañana, porque ya sabes que no me puedo acostar hasta que llegas a casa y prométeme que no vas a decir ninguna palabrota.

¡ALMUDENA, ¿QUÉ ES ESO DE NO ME JODAS?!

-¿Qué ha sido ese ruido? -Pregunta Felipe abriendo un ojo-

-Tu hija que se ha ido -contesta la pobre madre con gestos de desesperación-

-¡Ah bueno! -Y Felipe vuelve al plácido sueño-.


Marisela


sábado, 29 de septiembre de 2007

CUENTACUENTOS 1-10-2007


    Cuentacuentos 1-10-2007

Frase de la semana de Miss Lawliett: "Las lágrimas silenciosas se escurrieron veloces por sus mejillas, pensando en él y en lo mucho que le amaba”


Las lágrimas silenciosas se escurrieron veloces por sus mejillas, pensando en él y en lo mucho que le amaba. No podía creer lo que le comunicaba el doctor, aunque había tenido suma delicadeza al decírselo.

No podía ser, tan sólo hacía unas horas que habían estado desayunando, mientras reían y bromeaban como de costumbre y ahora estaba muerto. ¡Muerto! ¿Pero cómo podía ser? No era posible lo que le estaba sucediendo. Seguramente se trataba de un sueño y despertaría a su lado en cualquier momento. Si, eso era, un mal sueño. Una pesadilla horrible.

El médico la miraba compungido y le expresaba lo mucho que lo sentía, pero ella sólo repetía una y otra vez, no, no es cierto. Se trata de una broma ¿Verdad? -Lo siento muchísimo, ojalá se tratara de una broma, pero la verdad es que su marido ha sufrido un infarto irreversible. Prácticamente, le ha partido el corazón en dos. Además, cuando nos lo trajeron, hacía ya varias horas que se había producido el percance, aunque si le sirve de consuelo, él murió instantáneamente. Todo sucedió de forma fulminante. Fue un vecino de su parcela, el que avisó de lo sucedido y la ambulancia se trasladó rápidamente al lugar, pero nada se pudo hacer por su marido.

Los pensamientos y las últimas palabras que le había dicho Alonso antes de marcharse para la parcela que poseían en la sierra, se agolpaban en la cabeza de María, martilleando con fuerza sus sienes. En especial, ese último beso apasionado, mucho más apasionado del que le daba cada día al despedirse. Ese último beso, le sonaba a presentimiento. Él tuvo que presentir, que no volverían a verse nunca más. También la pasión extrema con la que habían hecho el amor la noche anterior y la conversación que mantuvieron después, donde Alonso, se puso especialmente transcendental, diciéndole a María, que si él faltaba, ella debería rehacer su vida. También le recordó unos seguros que la enfadó y le rogó que cambiara de conversación.

-¿Qué puedo hacer? -preguntaba María desesperada-.

-Su marido, será trasladado al Instituto Forense, para practicarle la autosia -contestó el médico-.

-¿Y yo qué hago? ¿A dónde voy? ¿Puedo verlo? -preguntaba María mientras las lágrimas la ahogaban.

-Si usted quiere, le dejaré a solas con su marido unos minutos antes de trasladarlo.

-Si por favor, necesito verlo, necesito comprobar por mí misma que está muerto, necesito ver su expresión, necesito despedirme de él...

-Lo comprendo señora: Acompáñeme por favor -dijo el doctor mientras apretaba en señal de ánimo la mano de la mujer-.

María siguió al doctor hasta una habitación en el sótano casi como una autómata

-¿Qué edad tenía Alonso? -preguntó el doctor, más bien, para sacarla de aquel abatimiento en el que se había sumido y María, le contestó apenas si voz, que tenía treinta y dos años-.

Y dígame ¿No tiene algún familiar al que avisar, para que la acompañe en estos difíciles momentos? -De pronto, los ojos de María volvieron por un momento a la realidad y a la desesperación al mismo tiempo-.

-Si, sus padres, sus hermanos, mi hijo....

-Deme el móvil -María sacó el teléfono y se lo dió al médico justo en la puerta de la habitación donde se encontraba el cadáver de su marido-

-Llame a Juan cuñado. Es el hermano de Alonso, Él se encargará del resto. Dígale también por favor, que el niño está con mi madre y que no saben nada de lo ocurrido.

-Entre María y no se preocupe, yo me encargaré de la llamada.

María cerró la puerta tras de sí, en lo que sería la última vez que estaría con el que había sido el hombre de su vida, padre de su hijo y su marido, durante cinco años...

Marisela

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sábado, 22 de septiembre de 2007

CUENTACUENTOS 24-9-2007


Cuentacuentos 24-9-2007


Frase de Hell: "Incluso el que menos te lo esperas podría ser..."


Incluso el que menos te lo esperas podría ser un asesino, un violador, un
maltratador, etc...

Mi abuela siempre decía que cuanto más complicado es un ser humano, más normal es a los ojos de la sociedad.

Si, no lo puedo remediar, no he llegado al portal del bloque en el que vivo, cuando me ha empapado un sudor frío e intenso, no puedo parar de temblar y la vista se me nubla, haciendo que inmediatamente gire mis pasos de nuevo hacia mi apartamento. Dos años hace ya que no puedo salir del edificio que se supone es mi hogar, pero que poco a poco se ha convertido en la peor de las cárceles para mí.

Todo empezó cuando una mañana mi amiga Gloria y yo, salimos a desayunar y dispuestas a coger las mejores gangas en las rebajas que empezaba ese mismo día. Divertidas y con ganas de comernos el mundo, nos dirigimos al bar donde solíamos comer unos churros exquisitos. Allí, nos encontramos con otras amigas, reimos, bromeamos y nos contamos los últimos chismes que habían llegado a nuestros oídos... Una vez lleno el estómago para afrontar la batalla del primer día de rebajas, nos dirigimos hacia la estación para coger el tren de cercanía que nos llevaría al centro de la Ciudad.

Así lo hicimos, pero al llegar a nuestro destino, en tan sólo unos segundos cambió mi vida para siempre... Justo al salir de la estación, un chaval al que apenas pude ver, pegó un fuerte tirón del bolso de mi amiga, arrastrándola en su huída unos metros y partiéndole el hombro como resultado del robo. El resto del día, nos lo pasamos entre la comisaría poniendo la denuncia y el hospital para que encajaran el hombro de mi amiga y le pusieran el brazo en cabestrillo, impidiendo de esa forma, que lo pudiera mover. También he de decir, que por aquellos días, apareció muerta una chica que hacía semanas que estaba desaparecida y echaron en televisión un especial de los muchos jóvenes que aún se desconocía su paradero, con la consiguiente angustia de sus padres y familiares más cercanos.

La cuestión es que desde ese mismo día, mis pies no han podido volver a pisar la calle.

Mi amiga Gloria viene a verme a menudo y me dice con razón, que fue a ella a quien le hicieron daño, pero que no podemos encerrarnos en clausura por lo sucedido. Y yo lo comprendo... pero no puedo salir ´por más que lo intento.

Ahora dependo totalmente de familiares y amigos, para cualquier gestión que tenga que realizar fuera de casa. Hasta el pan, me lo tienen que traer las vecinas y ni al médico he podido ir cuando me he encontrado mal.

No sé si habrá alguien que me pueda ayudar a recuperar mi libertad, mi vida en una palabra...

Marisela

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domingo, 16 de septiembre de 2007

CUENTACUENTOS 17-9-2007


Cuentacuentos 17-9-2007


Frase de Larisavel: "Quiero que mi vida sea de esas que se inmortalizan en un libro".


Quiero que mi vida sea de esas que se inmortalizan en un libro, pero de esas que consiguen todo lo que se proponen y tienen éxito en lo profesional y en lo personal. Porque para tristezas, ya tengo bastante con las que me ha tocado vivir y que si quisiera escribir, seguro que sería todo un tratado de penalidades y frustraciones.

Si volviera atrás, cambiaría muchas de las cosas que he hecho y que he dicho. No me exigiría tanto y tampoco lo haría con los demás. Mi modo de ser y el modo de conducirme por la vida, siempre ha causado miedo en las personas que me han rodeado y eso, ha hecho que en realidad viva vidas paralelas. Una de cara al exterior, llena de fama y admiración y otra, interior, en la que sólo me soporto y comprendo yo misma.

“Parece ser que lo imperfecto es bello y lo perfecto es aburrido” ¿Para qué demonios quiero tener una línea escultural, una carrera intachable, una imagen cuidada, ropas compaginadas siempre con todos los complementos e idóneas para cada ocasión, una inmensa casa en el barrio mejor de la ciudad y un coche monísimo y carísimo, que envidien todos mis compañeros?

Yo daría lo que fuera, por ser un ama de casa como lo era mi abuela y tener una familia numerosa a mi alrededor.

He cambiado mi condición de mujer por la competencia de igualdad de sexo. ¿Y ahora qué? Tengo un puesto de alta responsabilidad, muchos hombres a mi cargo, pero carezco de una familia, de unos hijos a los que ofrecerles todo mi amor y todo eso que tengo dentro y que me hace sentir frustrada.

¿Queréis escribir un libro sobre el gran salto de la mujer en la sociedad? Venid entonces a verme y os daré todo el material que necesitáis, pero el que yo quisiera que me inmortalice, ese, ya es imposible de poderlo escribir.

¡Maldita la primera mujer que dijo yo quiero trabajar y demostrar lo que valgo!


Marisela


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domingo, 9 de septiembre de 2007

CUENTACUENTOS 10-9-2007


Cuentacuentos 10-9-2007


Frase de la semana:

"Se mordió los labios hasta que le sangraron los silencios"


Se mordió los labios hasta que le sangraron los silencios, pero era preferible callar y seguir adelante sin mirar hacia tras. Ahora no podría volver a perdonar otra infidelidad. Ya lo había pasado tan tremendamente mal, que aunque quisiera, no tenía fuerzas para nuevamente volver a pasar por aquel infierno que casi la lleva a la locura. Además, ahora tenía motivos más importantes por los que preocuparse.

Marta, se había casado muy enamorada. Sólo veía por los ojos de Julián y creía que él también lo estaba de ella de igual manera.

Aquella horrible tarde que regresó de improviso, al entrar en su habitación y ver a Julián haciendo el amor con otra mujer, desde ese mismo instante, empezó a morir un poco cada día.

No supo reaccionar. Salió como pudo hasta el salón y allí se sentó, faltándole el aire para respirar. Al momento, salió su marido y la mujer que lo acompañaba nerviosos y terminándose de vestir por el pasillo. Ella se dirigió hacia la salida de la casa y él se acercó a Marta, suplicándole que lo perdonara. Hablaba de que había bebido, de que no se había dado cuenta de lo que hacía hasta que ella llegó, de los amigos y del compromiso en que lo habían puesto y un sinfín de excusas más, que ella oía, pero como si las palabras salieran de la boca de Julián, relentizadas...

Marta y el mundo que había creado para Julián y ella, se desmoronaban sin remedio”.

No pudo reaccionar aquel día. Él le preparó una infusión sin dejar de abrazarla, besarla y disculparse sin parar.

Las semanas siguientes, tampoco pudo decir ni una sola palabra. Cuando intentaba hablar del tema, las lágrimas la ahogaban.

Julián, no había parado de explicar el porqué de lo sucedido y de decir lo que lo lamentaba y lo que la amaba. Hacía gestos, se hincó de rodillas pidiéndole perdón en diez ocasiones, pero nada hacía decir a Marta lo que pensaba o sentía. Cuando por fin pudo salir de aquel especie de coma en el que había estado sumida, no pudo sino romper a llorar con desgarro, desde lo más profundo de su alma. Dejó que él la abrazara y la consolara, para después terminar haciendo el amor. Bueno, mejor dicho, dejando que él le hiciera el amor.

Después de lo sucedido, Julián la llenó de mimos y detalles. Pero Marta no podía quitarse de la cabeza, la terrible imagen de Julián con aquella mujer que ni siquiera sabía quien era.

El tiempo fue transcurriendo y ya había pasado dos años desde lo sucedido. Julián, se mostraba pendiente de ella y parecía que seguía enamorado. Aunque Marta, no había podido creer del todo en sus palabras ni en las explicaciones que siempre le daba cuando llegaba más tarde de lo acostumbrado.

Julián proyectó un viaje para ambos, con la intención de que todo quedara en el olvido de una vez por todas y así recomenzar, sin nada que manchara el amor y la complicidad que existía entre ellos. Le trajo los billetes junto a un enorme ramo de rosas rojas.

Marta empezó a replantearse su forma de actuar y a comprender que todos somos humanos y nos equivocamos. Quizás -se decía a sí misma- lo ocurrido sea hasta positivo y ahora si podamos ser la pareja ideal que yo quería que fuéramos. El romántico viaje hizo el resto y Marta por fin, empezó a creer y confiar nuevamente en Julián.

La alegría y la felicidad, se vieron de nuevo reflejadas en el bello rostro de Marta.

Hacía poco más de un mes que habían regresado del estimulante viaje y Marta, daba por bien pasadas todas las penas, si como sospechaba, el test del embarazo daba positivo y por fin, podían crear una hermosa familia llena de amor como siempre había soñado.

Esperaba ansiosa en el lavabo del trabajo esos cortos minutos que se necesitan para saber si estaba en estado o no. La rayita rosa, destacaba con intensidad. Si, no había duda, estaba embarazada y con el test en el bolso, se dirigió rápidamente a casa para prepararlo todo y contárselo a Julián.

Al entrar radiante de felicidad, se dirigió a la habitación, donde pensaba ponerlo para la sorpresa e iba a preparar, algo especial para celebrarlo. Al abrir la puerta del cuarto, todo se emborronó de nuevo en su mente. Julián, yacía en la cama con una pareja. Se dio la vuelta como aquel fatídico día, pero esta vez no se fue al salón, en esta ocasión, salió del domicilio dando un portazo y mordiéndose los labios hasta que le sangraron los silencios. Esta vez no se podía permitir el lujo de caerse en lo profundo de la humillación ni él se lo merecía.

Marisela

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domingo, 19 de agosto de 2007

CUENTACUENTOS 20-08-2007



Cuentacuentos 20-08-2007


Frase de la semana: “Aquí todo el mundo va a su bola, menos yo que voy a la mía”


Aquí todo el mundo va a su bola, menos yo que voy a la mía o mejor dicho, no me queda más remedio que meterme en mi caparazón y guardar mi austeridad y mi sensibilidad, para que esta panda de vagos no sigan aprovechándose de mi buena voluntad.

Todo lo malo que venga para ellos, para mi lo quiero y si Dios me lo concede así será. Pero Él que todo lo puede y todo lo ve, sabrá de qué modos son mejor las cosas. Aunque si es su voluntad, que nada malo les sucedan a ellos.

Hija: Laura, nada le importa tener una niñita de tan sólo tres años, que tiene que pasar fines de semanas alternos con el padre y dos tardes cada semana. Pero eso no es lo peor, el colmo de mis sufrimientos ocurre en el mes de vacaciones que debe de estar con su padre.

Yo como abuela, se me parte el alma, porque mi pequeña María, llora con desconsuelo por estar con su madre.

Sólo tenía un añito cuando su madre, mi hija, decidió separarse del marido porque ya no lo amaba.

Completamente a su bola y contraria a la que había sido hasta el momento, deja su hogar, se viene de nuevo al mío y los fines de semana se va dejándome a mi queridísima nieta para reunirse con un chaval con bastante menos años que ella. Si, por entonces aún su marido, comprendía que lo hubiera dejado de querer, pero no puede entender que ella pueda estar todo un fin de semana sin su hija y este motivo acompañado de que todavía siente algo por ella, hace que se desespere y no pueda dejar de ponerles mensajes insultándola. La cosa se complica y yo lo único que pretendo es que a mi chiquitita y preciosa María, no le de ni el aire.

Hijo: Monta una empresa con la ayuda de todos nosotros que lo hacemos altruistamente. La empresa crece como la espuma y como mi hijo Javier, trabaja además en una empresa donde gana mucho dinero, él no quiere dejar ni una cosa ni la otra. Somos mi marido y yo los que nos encargamos de todo, dedicándole al negocio todas las horas del día y más... Lo único bueno de esta situación, es que mi hija, la que antes os he mencionado, tiene un puesto bueno y fijo en la empresa.

Marido: Justo cuando estábamos más libre y nos disponíamos a realizar aquellas cosas que nos gustaban a ambos, nos vemos más enredados que hemos estado en la vida. Sin disponer ni de un segundo para nosotros. Lo mejor de todo esto, es que al estar tan ocupado y tenerse que mover tanto, se encuentra mucho mejor de salud.

Yo:Las dos de la mañana me da a veces aún en la empresa que crece gracias a nuestro esfuerzo, pero de la que no percibimos ni un céntimo. Todo es para nuestro hijo. Voy todos los días, menos cuando me tengo que ocupar de María mi tesoro. Su madre es como si hubiera regresado para atrás y ahora está como una quiceañera con su primer amor.

¿Qué puedo hacer, negarme a continuar y dejar a mi nieta sin la seguridad que le ofrecemos mi marido y yo?

¿Mandar todo al ca.... e irnos a uno de esos viajes que tanto habiámos soñado?

¿Raptar a mi nieta y dejar a mis hijos con un par de narices?

¿Hacerme la loca y que me ingresen en un manicomio?

O seguir llorando a escondidas, enseñando a mi nieta toda esa fantasía que me reboza y aguantando las impertinencias de los que he parido yo, que van a su bola y pasan de todo lo demás. Además, sintiéndose cada día más fuertes, porque como no queremos violentarlos y que se sientan ajenos o de sobra en casa. Cada día se fortalecen un poquito más y se muestran en ocasiones groseros e impertinentes.

A ver si alguien sabe lo que puedo hacer con este panorama de unos hijos con los que no hemos escatimado medios para su formación y a los que su padre y yo, no hemos consentido en demasía.

¿Alguien me puede decir qué le pasa a los jóvenes de ahora?


Marisela


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sábado, 11 de agosto de 2007

CUENTACUENTOS 13-8-2007


Cuentacuentos 13-8-2007


Frase de María: "Nada más despertar, se gira y lo descubre a su lado"



Nada más despertar, se gira y lo descubre a su lado y da gracias a Dios por mantenerlos juntos un día más. Son muchos años los que tienen y Carlota, siempre ha tenido miedo de que Lorenzo, se vaya antes que ella; pero al mismo tiempo, no quisiera irse ella primero y que él tenga que vivir sus últimos días en soledad.

Al despertar Lorenzo, se repite el mismo ritual; rápidamente se gira hacia el lado de la cama que ocupa su querida Carlota y como ella siempre se despierta más temprano, se encuentra con una hermosa sonrisa dándole los buenos días.

Ninguno de los dos quiere vivir más años y ambos tienen miedo de no poder valerse por sí mismos, pero mientras sigan juntos, se tienen uno al otro y lo que no puede hacer Carlota, lo hace encantado Lorenzo y viceversa. Ella tiene torpes las manos y pierde el equilibrio por falta de riego sanguíneo en el cerebro. Él si no fuera por los dolores en las rodillas, se podría decir que está hecho un “toro”.

Con cuidado se levanta Lorenzo. Va al lavabo, se afeita, se lava los dientes y se viste. Una vez preparado, ayuda a levantarse a Carlota, la acompaña al lavabo y mientras ella se asea sentada en una silla puesta a propósito desde la última caída, el marido se pone a preparar el desayuno con muchísimo mimo y sin que falte un sólo detalle. Siempre le ha encantado cuidar de su esposa y tener todo preparado para cuando llega ella al comedor. Vuelve al dormitorio y ayuda a quitarse el camisón a Carlota y a vestirla. La pone de punta en blanco como siempre le ha gustado a ella, que es inmensamente femenina y coqueta, la peina y la calza con unos zapatos cómodos de buena piel, para que se sienta lo más confortable posible y muy despacito, se dirigen ambos a dar buena cuenta de las viandas que ha preparado Lorenzo, mientras los rayos de sol, entra generosamente por el gran ventanal de la estancia.

Es un verdadero placer escuchar las conversaciones mientras desayunan, recordando personas y anécdotas de tiempos pasados, vividas en el pueblo natal del matrimonio.

Lorenzo y Carlota, llevan juntos más de sesenta años y tienen cinco hijos en común. Cuatro chicas y un chico. Además, tienen once nietos y dos biznietos. Cada día los visita uno de sus hijos, que le deja la comida preparada y baña a su madre, que como hemos dicho anteriormente, no puede hacerlo sola desde que sufrió una serie de caídas graves, en especial la última, que le costó la rotura de los dos hombros. Una vez por semana va una señora, que quiere al matrimonio como si de sus padres se tratara y hace la limpieza a fondo de la vivienda.

Hace unos años Carlota y Lorenzo, decidieron vender su piso de toda la vida y la casa del pueblo y comprarse un luminoso piso nuevo con todas las comodidades. Lo decoraron todo a estrenar, como si fueran una pareja joven a punto de casarse. Y viendo los resultados, decidieron celebrar sus bodas de oro con el mismo entusiasmo que lo hicieron la primera vez, cincuenta años antes, reuniendo como entonces, a toda la familia en un magnífico banquete nunpcial.

93 años tiene Lorenzo y 91 Carlota. Han llevado una vida intensa, y han vivido en distintos lugares del mundo. Pero lo más admirable de ellos, es que aún conservan la inocencia y la ilusión en sus miradas y a su lado se puede sentir verdadero rogocijo.


Marisela


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sábado, 28 de julio de 2007

CUENTACUENTOS 30-7-2007


Cuentacuentos 30-7-2007

Frase de la semana:
“No hay mayor desprecio, que no hacer aprecio”



“No hay mayor desprecio, que no hacer aprecio”, solía decirme mi madre cuando llegaba angustiada del colegio, contándole las perrerías que mi compañero solía hacerme día tras día, creciéndose en sus actos, al tiempo que yo iba deprimiéndome cada vez más. Pero me resultaba muy difícil ignorar aquel palurdo de ocho años, compañero de pupitre en tercero de EGB. Me partía las cosas, me pellizcaba por debajo para que nadie lo viera, utilizaba todas mis cosas y así se ahorraba de llevar peso en su cartera, me tiraba de los pelos, me perseguía por todo el recreo, pegándome e insultándome. Y lo peor de todo, solía rebajarme y martirizarme más si cabía, cuantos más compañeros y compañeras estaban cerca y más aún, si se sentía observado.
Mi madre me decía, que si iba a hablar con el tutor sería peor, que en la vida me encontraría a muchas personas como ese niño y que debería de intentar hacer frente a la situación sin que ella interviniera.
Desesperada, decidí hacer exactamente lo que mi madre me aconsejaba. Lo que ella decía, es que a partir de ese mismo día, en vez de correr y llorar asustada, me riera a carcajadas con cada fechoría que me hiciera. Su teoría era, que le gustaba ver el efecto de miedo que causaba en mí y se creía valiente, pero que cuando viera que no le no le temía en absoluto y que sus impertinencias me hacían reir, al igual que se había ido creciendo con mis temores, se iría achicando con mi desprecio o mejor dicho, con mi indiferencia ante sus actos. Con la ayuda de mi madre, ensayamos en casa las reacciones que tendría a partir de ese momento, como si de una obra de teatro se tratara. Si la cosa fallaba, entonces si actuaría mi madre e iría a hablar con el tutor y con el director, pero me hizo comprender que mi relación con los bravucones en el futuro, dependería mucho del éxito y el interés que pusiera en solucionar yo solita mi problema con Pedro, que así se llamaba el compañero enemigo.
Llegué a clase y nada más sentarme en mi sitio, me arreó una patada en la pierna que casi hace que me saltaran las lágrimas de dolor, pero me contuve y le sonreí de un modo sugerente, que hizo que se quedara con la boca abierta. Tras unos minutos de tranquilidad, volcó mi cartera encima del pupitre, para coger mi lápiz y mi borrador. Al contrario de lo que hacía normalmente, extendí más aún todos los libros y cuadernos y saqué de entre ellos, una bonita regla color rojo y se la ofrecí. Quedó desconcertado por un ratito, pero inmediatamente empezó a escribirme papelitos diciendo: Fea, cara de mona, llorona, corbardica, que me iba a enterar cuando saliéramos al patio y otro montón de lindezas parecidas. A cada papel que escribió, me reí fuerte e hice gestos como diciendo “este chico está chalado”. Enseguida algunas compañeras se acercaron a leer los papelitos o me pedían que se los pasara para saber que ponían. Yo, haciendo la mejor actuación de mi vida, les enseñaba las notitas y me ponía la mano en la boca mientras reía, como queriendo contener la risa que tanto trabajo me costaba esforzar y fingir.
Llegó la hora del recreo y algunas de las chicas que se habían interesado dentro de clase, se unieron a mí para que explicara qué estaba pasando. Inventé que me había pedido ser su novia y que yo me negué, porque me gustaba el hermano de una compañera, que estaba en un curso superior al nuestro.
Empecé a hablar de todo lo que se me iba ocurriendo. La intención era atraer el interés de mis compañeros y no mirar ni una sola vez, para donde estaba el famoso Pedro, con los niños más desastrosos de clase. El cambio era radical, porque como se puede suponer, normalmente no apartaba la vista del dichoso niño, por temor a lo que estuviera tramando hacer.
Cuando volvimos a entrar en clase, parecía que la estrategia de mamá estaba resultando, porque no volvió a meterse conmigo el rato que aún quedaba de clase.
Como os podéis imaginar, salí del colegio eufórica, deseando contar a mi madre los resultados, pero mamá me advirtió que tendría que pasar un tiempo para que se aburriera y dejara de meterse conmigo definitivamente.
A los tres días y ya amainando la problemática llamada Pedro, decidí seguir con mi papel de actriz y le hice mi confidente, contándole una trola (que me inventé) de algo que me había hecho un niño del barrio mucho mayor que Pedro. Esto fue mano de santo, porque mi compañero pasó de ser mi pesadilla y mi tormento, a ser mi mayor defensor, atento y cariñoso.
Así fue como aprendí a conocer lo que significa la diplomacia, que tanto me ha ayudado en mi vida personal y laboral y hoy puedo atestiguar por experiencia propia que es cierto eso de que no hay mayor desprecio, que no hacer aprecio.

Marisela


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sábado, 21 de julio de 2007

CUENTACUENTOS 23-7-2007


Cuentacuentos 23-7-2007

Frase de la semana: "Le temblaban las manos cuando tuvo que elegir."

Les temblaban las manos cuando tuvo que elegir por fin, si firmaba la hipoteca de aquella preciosa casa de más de ciento cincuenta millones de las antiguas pesetas y cumplía de esa forma, uno de los mayores sueños de su pareja y de él mismo o seguían viviendo en aquel cuchitril interior, sin luz natural y un fuerte olor a humedad.

No sólo le temblaban las manos, la cabeza parecía que le iba a estallar en mil pedazos, sintiendo como si alguien estuviera tocando un tambor en su interior.

Claro está, que vivirían en un lugar mucho más grande, acogedor y ventilado, pero que tiraba al traste los planes de ser padres, hacer esos viajes que tanto les gustaban a ambos, salir de copas con los amigos y un sin fin de detalles más, como los regalos que le gustaba hacer a su pareja o comprarse esas ropas de marca que tanto le apetecía. Pensándolo bien, hasta la comida cambiaría a partir de entonces. Ahora tendrían que hacer lentejas para tres días; el primero, las comerían solas, el segundo, con patatas y el tercer día, echarían un puñado de arroz.

Cinco preciosas habitaciones, cuatro cuartos de baño, un enorme sótano, un salón de ensueño y un patio, que su mujer soñaba con llenar de lindas plantas y dos árboles redonditos, uno en cada rincón. Allí en el patio, también pondrían una piscina portátil, donde poder remojarse en los días calurosos de vacaciones, porque a partir de ese momento se acabó la playa para ellos.

Esos días de descanso en verano, serían los únicos que verían la casa de día, porque el resto del año, los dos tendrían que trabajar de sol a sol para pagar la vivienda que no vivirían, porque sólo irían a ella a dormir.

Los trabajos no los tenían seguros ninguno de los dos. Sus contratos eran de larga duración, aunque no indefinidos, pero eso lo había solucionado el banco, con un seguro que cubrían las vidas, accidentes o quedarse en paro alguno de ellos.

Por otro lado, pagar seiscientos euros mensuales por el alquiler de aquel estudio oscuro como la boca de un lobo, tenía cojones.

Miró a su mujer, que al mismo tiempo lo miraba muy asustada, con la misma incertidumbre que a él lo invadía. Sin saber muy bien, si era por si se arrepentía o por si compraba.

¡Pero qué cuernos! Si otros lo hacen y salen adelante ¿Por qué no voy a salir yo? –se dijo interiormente a sí mismo- Y firmó….


Marisela

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sábado, 30 de junio de 2007

CUENTACUENTOS 2-7-2007




Cuentacuentos 2-7-2007


Frase de Tormenta: "La mirada que le devolvió el espejo no era la suya"


La mirada que le devolvió el espejo no era la suya o al menos no representaba a la mujer que se sentía

por dentro.

Ella, hacía siempre reir a sus hijos cuando realizaba planes a largo plazo. Y mirando a aquella señora de pelo cano y piel arrugada, no era de extrañar que se rieran a carcajadas. Hasta ella, esbozó una sonrisa al ver el esperpento viejo en el que se había convertido y empezó a realizar muecas, posturas y burlas, que la hizo soltar una gran risotada...

Siempre había sido una mujer alegre y optimista y a casi los ochenta años que iba a cumplir, seguía siéndolo, “aunque los demás la imaginaban caminito del campo santo”.

Acababa de decir a su hijo pequeño, que iba a pedir una hipoteca a pagar en treinta años, para comprar aquel apartamento que habían visto en la playa, donde pasaron una semana de vacaciones y recordaba la mirada de desconcierto de su hijo... ¡Pobrecito mío! Ha debido pensar que he perdido la cabeza... Se imaginaba entrando en el banco, para pedir la dichosa hipoteca y la cara con la boca abierta del director...

Merecía la pena hacerlo, sólo para tener una anécdota graciosa que recordar cuando los ánimos se le vinieran a bajo”. Cuanto más se miraba, más se reía e imaginaba otras situaciones que había vivido, cuando no tenía un espejo cerca que le recordara la edad que tenía.

Se lavó los dientes, se empolvó la nariz se cepilló las canas y ´se pintó los labios con un carmín rosado brillante. Se volvió a mirar con entretenimiento y se dijo a si misma -Esto ya no tiene arreglo Mariana -riéndose nuevamente a carcajadas-

Al salir del baño, su hijo pequeño le preguntó:

-¿Qué ocurre mamá, de qué te reías tanto?

-No, nada hijo, cosas de esta “vieja chocha”.

Me voy al gimnasio. A la vuelta, quizás me pase por el banco a ver cuánto tendríamos que pagar por la hipoteca que te comenté.


Marisela


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sábado, 23 de junio de 2007

CUENTACUENTOS 25-6-2007

Cuentacuentos 25-6-2007

Frase de la semana: "Imaginaba que era un pirata cuando jugaba con su espada de madera"

Imaginaba que era un pirata cuando jugaba con su espada de madera o Tarzán saltando de liana en liana, por poner algunos ejemplos. Todo dependía de la película que hubiera visto el domingo. El resto de la semana lo pasaba creyéndose realmente el protagonista de los filmes de aventuras que tanto le gustaba y que representaban para él su mayor ilusión.
La imaginación que Antonio había tenido desde su más tierna infancia, fue realmente su mejor escuela para convertirse en el reconocido y prestigioso escritor, que era hoy día.
Antonio era el mayor de tres hermanos, cuya niñez había transcurrido en la segunda mitad de los años cuarenta, en un pequeño pueblo de Castilla la Mancha, cuando el cine en España, era la mayor atracción, por no decir la única, para la mayoría de los niños y no tan niños de aquel entonces. Las películas que se proyectaban por aquella época, pasaban desde el misticismo más absoluto a las de aventuras importadas desde los gigantes estudios de producción de Estados Unidos, como eran la
Warner Bros., Metro Goldwyn Mayer, Universal Studios, Columbia o la Paramount entre otras y que tantos y buenos beneficios obtuvieron de una Europa desolada, tras la barbarie de la Segunda Guerra Mundial.
En España en particular, además del entretenimiento de la población, que aún no estaba recuperada de la hambruna que había dejado la Guerra Civil, se intentaba por todos los medios evitar información desde el exterior, que criticara o descalificara de algún modo la tiranía de la dictadura de Franco y sobre todo, que echara a perder el lavado de cerebro que estaban sufriendo los españoles por el propio dictador y por la iglesia católica.
Nuestro protagonista, además de adoptar cada semana una personalidad totalmente diferente e imponerse siempre como líder en los juegos de sus hermanos y amigos, escribía por la noche, cuando la negrura impedía jugar en la calle o en el patio de su casa.
Las historias que cada noche Antonio plasmaba en su libreta, eran sin duda, relacionadas con el aventurero de turno de cada semana. Así, había historias de piratas, del séptimo de caballería, de indios, conquistadores, soldados, héroes mitológicos griegos o generales conquistadores romanos.
Antonio, siempre era el héroe vencedor y pasaba de ser Ulises a Jerónimo, en las escasas dos horas que duraba la proyección de las tres de la tarde, en el único cine que había en su población.
Don Severo, era el maestro del pueblo. Un maestro de profesión y vacación, que odiaba la palabra profesor.

Contrario a su nombre, Don Severo era un hombre culto y bondadoso, cuya dedicación a los chavales, era la labor primordial que se había encomendado a sí mismo en esos tiempos de manejo y oscurantismo del conocimiento y de la cultura en España. También fue él el que descubrió el interés de Antonio y el hambre de saber que el muchacho demostraba. Así fue como Don Severo, le explicó a nuestro protagonista, que no tenía que esperar al domingo para conocer otras historias y además, que había un modo mucho más atrayente de conocer la vida de los grandes personajes de la historia, porque las imágenes no se las ponía nadie, que era él el único que pondría escenas a las historias que conociera. Le invitó a acompañarlo a su casa y le mostró la espléndida biblioteca que poseía y le mostró algunos libros con ilustraciones, que entusiasmaron al chaval. Como la Odisea, fue la última película que Antonio había visto, le invitó a leerla, dejándole el libro para que se lo llevara a casa.
Antonio, empezó a leer y a escribir al mismo tiempo, a una velocidad vertiginosa, leyéndose rápido, gran parte de la biblioteca del buen maestro.
Pasados unos años, Antonio consiguió una beca y se trasladó a Madrid a estudiar…
Pero eso ya es otra historia complementaria del gran escritor, que no hubiera existido, de no ser por aquellas películas y principalmente, por la ayuda y el conocimiento que le había aportado su querido y respetado Don Severo.


viernes, 15 de junio de 2007


Cuentacuentos 18-6-2007

"LA HABITACIÓN DEL DESEO"

“La habitación del deseo” y allí estaba yo con la cabeza a punto de estallarme, preparando el equipaje para coger el tren que me llevara lo más lejos posible y que no sabía muy bien si quería subirme o tirarme a él.

Hasta el más tonto de mis amigos había conseguido publicar y en cambio a mí, me dicen en la editorial, que mi novela está bien escrita, pero que ese tipo de literatura no vende, que hay que escribir temas “atrayentes y comerciales”.

Salí de la editorial con el estómago revuelto y me fui directa a un bar, donde me tomé dos copas seguidas de vino. No estoy acostumbrada a tomar alcohol y por eso ahora tenía aquel horrible dolor de cabeza. El local estaba vacío, no había clientes en la barra, sólo me encontraba yo sentada en la última mesa del rincón, pensando en mi amiga, la que acababa de ganar el premio Planeta con una novela mucho peor que la mía. El camarero aprovechaba o perdía el tiempo, leyendo una se esas novelas de bolsillo policiacas, escrita por un hombre y sólo para hombres. Le dije que aquel libro era muy malo, me cobró y me contestó que ese era el tipo de lectura que a él le gustaba. Salí del garito y entré en una librería, donde las estanterías parecían reírse de mi desgracia. Todo el mundo que conocía tenía publicado algún libro excepto yo.

Me fui directa a la habitación del hostal, llamada la habitación del deseo, para preparar la maleta y coger algún tren que me llevara lejos de allí, donde nadie me conociera y mucho menos que escribiera ni lo más mínimo.

Salí del dichoso hostal (que de deseo no tenía nada), y me fui a la estación. Ví llegar el tren. Venía repleto de personas con libros bajo el brazo y yo allí con mi manuscrito dentro de una carpeta. Jamás había sido violenta en ningún sentido, pero sin poder evitarlo, me puse a dar carpetazos como una loca a todos los que salían del vagón y a gritar como una poseída. Entonces desperté completamente bañada en sudor y comprobé que todo había sido un mal sueño. Aquella mañana, tenía una cita con mi editor para llevarle mi última novela….

Marisela

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viernes, 8 de junio de 2007

CUENTACUENTOS 11-6-2007


Cuentacuentos 11-6-2007

FRASE DE PEDRO ESCUDERO: EL GATITO CORRETEÓ JUGUETÓN ENTRE SUS PIERNAS

“El gatito correteó juguetón entre sus piernas”. De la última camada de Princesa, aquel precioso gatito en dos tonos de amarillo y unos lindos ojos color miel clarita, era el que más chiquito había nacido; sin fuerza siquiera para ir a mamar de su madre (cosa que resultaba una ardua batalla con sus cuatro hermanos fuertes y glotones).

Princesa, era una elegante y mimosa gata, que convivía en casa de Alba, con un precioso pequinés, un pastor alemán y un perro del Pirineo blanco como la nieve.

El primero en llegar a la familia había sido Chiqui, el querido pequinés y jefe del clan, era hijo de la perra de la madre de Alba y de un campeón de España.

La segunda, fue Princesa. Se la regalaron unos vecinos nada más ser destetada y Chiqui la adoptó como si de su hija se tratara nada más llegar.

El tercero, fue Lupo, el perro de los Pirineos, que era tan bonito y noble como celoso. También fue un regalo de un familiar cuando era tan pequeñito, que parecía una bolita de algodón.

El cuarto y último animal hasta el momento, era Rufo, un maravilloso Pastor alemán, con un porte magnífico y que había supuesto una ilusión cumplida, que Alba había tenido desde pequeña, pues siempre había sido una de las razas que más le gustaba.

Como ya he dicho anteriormente, allí el que mandaba era el pequeño pequinés, que además de ser un gran perro, a todos los había acogido y enseñado desde que eran unos pequeñísimos y juguetones cachorrillos.

Un cálido amanecer de mediados de abril de hace algunos años, a Alba algo la sobresaltó y se levantó de prisa echándose encima una bata. Sabía que Princesa estaba a punto de parir y algo le hizo presentir que aquel iba a ser el día…

Salió presurosa al jardín. Ella había preparado una preciosa cesta para Princesa y sus gatitos recién nacidos, pero lo más probable, que como hacen todas las gatas, Princesa se habría escondido en algún lugar para el parto que lógicamente como también ocurren entre los animales, sería múltiple, largo y doloroso. Tras ella, también salieron su marido y sus dos hijos, que no querían perderse el esperado acontecimiento.

Todos buscaron por los lugares más recónditos de aquel paraíso, que en esa fecha, era una inigualable acuarela de colores y deliciosos aromas… Pero los tres perros extrañamente estaban en la entrada de la amplia perrera y no se inmutaron en lo más mínimo al ver a sus amos merodeando por todo el jardín… Toda la familia al unísono, se dirigieron hacia donde se encontraban los canes y la escena que encontraron era tan increíble, que es muy difícil de narrar pero lo intentaré…

Princesa estaba en un rincón de la perrera con dos gatitos ya nacidos y el tercero saliendo justo en ese momento. Lo especial de la situación, era que los tres perros estaban limpiando a los recién nacidos y comiéndose las placentas, para mantener limpio el lugar del alumbramiento y para dar calor a los diminutos gatitos que acababan de llegar.

La familia se mantuvo al margen, ya que todo marchaba en orden y siguieron observando en silencio… La operación se repitió hasta estar los cinco cachorros en el mundo, para a continuación, trasladar entre todos los animales a los recién nacidos hasta la cesta que Alba había acercado al lugar.

Una vez la gata repuesta y después de beber agua, Alba y su familia, se dirigieron con la cesta al porche de la vivienda para que Princesa pudiera dar de amamantar a sus hijitos más tranquila y donde Alba, pudiera ayudar con complementos al más pequeñito o sacar a los cuatro fuertotes, mientras que aquel más desvalido pudiera mamar sin tanto esfuerzo.

ESTA HISTORIA ES TAN REAL COMO LA VIDA MISMA.

Marisela


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