Cuentacuentos 20-08-2007
Frase de la semana: “Aquí todo el mundo va a su bola, menos yo que voy a la mía”
Aquí todo el mundo va a su bola, menos yo que voy a la mía o mejor dicho, no me queda más remedio que meterme en mi caparazón y guardar mi austeridad y mi sensibilidad, para que esta panda de vagos no sigan aprovechándose de mi buena voluntad.
Todo lo malo que venga para ellos, para mi lo quiero y si Dios me lo concede así será. Pero Él que todo lo puede y todo lo ve, sabrá de qué modos son mejor las cosas. Aunque si es su voluntad, que nada malo les sucedan a ellos.
Hija: Laura, nada le importa tener una niñita de tan sólo tres años, que tiene que pasar fines de semanas alternos con el padre y dos tardes cada semana. Pero eso no es lo peor, el colmo de mis sufrimientos ocurre en el mes de vacaciones que debe de estar con su padre.
Yo como abuela, se me parte el alma, porque mi pequeña María, llora con desconsuelo por estar con su madre.
Sólo tenía un añito cuando su madre, mi hija, decidió separarse del marido porque ya no lo amaba.
Completamente a su bola y contraria a la que había sido hasta el momento, deja su hogar, se viene de nuevo al mío y los fines de semana se va dejándome a mi queridísima nieta para reunirse con un chaval con bastante menos años que ella. Si, por entonces aún su marido, comprendía que lo hubiera dejado de querer, pero no puede entender que ella pueda estar todo un fin de semana sin su hija y este motivo acompañado de que todavía siente algo por ella, hace que se desespere y no pueda dejar de ponerles mensajes insultándola. La cosa se complica y yo lo único que pretendo es que a mi chiquitita y preciosa María, no le de ni el aire.
Hijo: Monta una empresa con la ayuda de todos nosotros que lo hacemos altruistamente. La empresa crece como la espuma y como mi hijo Javier, trabaja además en una empresa donde gana mucho dinero, él no quiere dejar ni una cosa ni la otra. Somos mi marido y yo los que nos encargamos de todo, dedicándole al negocio todas las horas del día y más... Lo único bueno de esta situación, es que mi hija, la que antes os he mencionado, tiene un puesto bueno y fijo en la empresa.
Marido: Justo cuando estábamos más libre y nos disponíamos a realizar aquellas cosas que nos gustaban a ambos, nos vemos más enredados que hemos estado en la vida. Sin disponer ni de un segundo para nosotros. Lo mejor de todo esto, es que al estar tan ocupado y tenerse que mover tanto, se encuentra mucho mejor de salud.
Yo:Las dos de la mañana me da a veces aún en la empresa que crece gracias a nuestro esfuerzo, pero de la que no percibimos ni un céntimo. Todo es para nuestro hijo. Voy todos los días, menos cuando me tengo que ocupar de María mi tesoro. Su madre es como si hubiera regresado para atrás y ahora está como una quiceañera con su primer amor.
¿Qué puedo hacer, negarme a continuar y dejar a mi nieta sin la seguridad que le ofrecemos mi marido y yo?
¿Mandar todo al ca.... e irnos a uno de esos viajes que tanto habiámos soñado?
¿Raptar a mi nieta y dejar a mis hijos con un par de narices?
¿Hacerme la loca y que me ingresen en un manicomio?
O seguir llorando a escondidas, enseñando a mi nieta toda esa fantasía que me reboza y aguantando las impertinencias de los que he parido yo, que van a su bola y pasan de todo lo demás. Además, sintiéndose cada día más fuertes, porque como no queremos violentarlos y que se sientan ajenos o de sobra en casa. Cada día se fortalecen un poquito más y se muestran en ocasiones groseros e impertinentes.
A ver si alguien sabe lo que puedo hacer con este panorama de unos hijos con los que no hemos escatimado medios para su formación y a los que su padre y yo, no hemos consentido en demasía.
¿Alguien me puede decir qué le pasa a los jóvenes de ahora?
Marisela
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