
Cuentacuentos 29-10-2007
Frase de YAIZA: ¿Por qué el mar es azul?
-¿Por qué el mar es azul? -Preguntó Marisela, mientras miraba extasiada la inmensidad y la grandeza del Océano Atlántico-. El abuelo, la miró complacido por la pregunta y por el interés que mostraba la pequeña en lo que había sido sin ninguna duda, su gran pasión en esta vida.
-Cariño, creo que es por la luz del Sol y porque el agua es como un gran espejo donde se refleja la belleza del cielo. Aunque yo lo he visto durante algunas tormentas, completamente rojo y negro como la boca de un lobo -el abuelo, miraba de reojo a Marisela, que miraba hacia el horizonte con cara de espanto, mientras imaginaba aquellas mansas aguas coloreadas como el anciano le estaba describiendo-.
-Mamá dice que para Santiago, las mareas son mucho más fuertes y que las olas llegan más arriba de donde nos encontramos ahora.
-Así es Marisela. Las mareas son cada seis horas y son provocadas por atracciones del Sol y de la Luna -contestó el anciano mientras seguía con su canasto, salando las sardinas que le servirían más tarde como carnada para la pesca-.
-¿Y qué tienen que ver el Sol y la Luna con lo altos que están? -Esta vez, la cara de la niña, se mostraba incrédula ante la contestación de su abuelo Fernando-.
-Tesoro, la Luna y el Sol, atraen al mar desde allá arriba. Las aguas se mueven por eso y porque nosotros al mismo tiempo, estamos girando alrededor del Sol. El Sol es más atrayente que la Luna, pero como está más lejos, la Luna tiene mucha importancia en las mareas. -La pequeña, se sujetó con fuerza al banquete donde estaba sentada, como sintiéndose insegura entre tantos movimientos que explicaba Fernando-.
-¿Y el día de Santiago, por qué es especial? -Volvió a preguntar Marisela, que no se imaginaba al Sol y a la Luna, sabiendo qué día del año era en realidad-
-Quizás es porque es uno de los días más largos del año y como la Luna y el Sol están condenados a vivir separados, ese día, se les hace especialmente difícil y los dos, ejercen toda la atracción de que son capaz, para tocarse por medio del agua. También, me dijeron una vez, que es en ese día del año, cuando protestan delante de Dios, por la tristeza que les supone la separación forzosa a la que están sometidos.
Desde la casa de la playa, la madre de Marisela, llamaba a la pequeña para merendar.
-Me tengo que ir abuelo, mañana me cuentas más ¿Vale?
-Vale preciosa, mañana seguiremos hablando del mar. Ahora yo también me tengo que ir a pescar, porque está empezando a subir la marea.
Y el anciano abrazó a la chiquilla, besándola en la frente y se alejó hacia la orilla, con su caña de pescar, el canasto con las sardinas, el banquete y un sombrero de paja, para resguardarse de los últimos rayos de sol de la tarde.
Marisela
Basado en una conversación que tuve con mi abuelo hace muchos años.
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