lunes, 24 de diciembre de 2012

¡FELIZ NAVIDAD!





Día de Navidad y yo escribiendo después de tanto tiempo...
¡Os deseo lo mejor, PAZ, AMOR y mucha UNIÖN, en estas fechas y en todas las del año!
He pasado una de las mejores Nochebuena de mi vida. Noche tranquila, con una comida rica pero ni cara ni grasienta. Hemos reido, jugado, visto una película muy buena, he leido un rato y la casa no se me ha ensuciado. Me encanta las nochesbuenas como la que he vivido este año. 

martes, 3 de febrero de 2009

PRINCIPIO DEL VACÍO...




Tienes el hábito de juntar objetos inútiles
en este momento, creyendo que un día
(no sabes cuando) podrá precisar de ellos.
Tienes el hábito de juntar dinero sólo para no gastarlo,
pues piensas que en el futuro podrá hacer falta.
Tienes el hábito de guardar ropa, juguetes, zapatos,
muebles, utensilios domésticos y otras cosas
que ya no usa hace bastante tiempo.
Tienes el hábito de guardar lo que sientes,
broncas, resentimientos, tristezas, miedos,
personas, etc.
...¿Y dentro de tí ?...
¡No hagas eso!
Es anti-prosperidad.
Es preciso crear un espacio, un vacío,
para que las cosas nuevas lleguen a tu vida.
Es preciso eliminar lo que es inútil en ti y en tu vida,
para que la prosperidad venga.
Es la fuerza de ese vacío que absorberá
y atraerá todo lo que tú deseas.
Mientras estés material o emocionalmente
cargado de cosas viejas e inútiles,
no habrá espacio abierto para nuevas oportunidades.
Los bienes precisan circular...
Limpia los cajones, los armarios, tu cuarto, el garaje.
De lo que tú no usas más.
La actitud de guardar un montón de cosas inútiles
amarra tu vida.
No son los objetos guardados que estancan tu vida,
sino el significado de la actitud de guardar.
Cuando se guarda, se considera la posibilidad de falta,
De carencia. Es creer que mañana podrá faltar
y tú no tendrás medios de proveer tus necesidades.
Con esa postura, tú estás enviando dos mensajes
para tu cerebro y para tu vida:
1º... Tú no confías en el mañana
2º... Tú crees que lo nuevo y lo mejor NO son para ti,
ya que te alegras con guardar cosas viejas e inútiles.
Después de leer esto, tira todo lo que sobra en tu vida.
Hazlo de verdad ...
Y vives una buena vida.

viernes, 27 de junio de 2008

YO QUISIERA....




Quisiera poder tener vista de pájaro, para así admirar el mundo en toda su grandeza y en toda su belleza.
Quisiera poder conocer los lugares más hermosos de la Tierra, las puestas de Sol más mágicas y los amaneceres más vivificantes.
Quisiera poder viajar a lugares desconocidos, donde jamás ha puesto el pié o la vista, ningún ser humano.
Quisiera poder encontrar las cataratas recónditas, jamás observadas por los ojos de ningún hombre....

viernes, 28 de marzo de 2008

Cuentacuentos 31-3-2008


Frase de Amanda Pinkleton: "Supo que había sentido miedo cuando miró hacia atrás sin que ninguna causa lo justificara".

Supo que había sentido miedo cuando miró hacia atrás sin que ninguna causa lo justificara. Ella, la mujer valiente que hasta ese momento nada había hecho que el miedo la perturbara en lo más mínimo a lo largo de toda su vida, aquella noche y rodeada de las muchas personas que estábamos en el camping, se tuvo que volver hacia la tienda de campaña y llamarme casi temblando. Yo diría que hasta con un ataque de pánico, lógico en las otras amigas, pero extraño en Raquel, la mujer que tenía fama de no temer a nada en absoluto.
Raquel, era la mayor de cinco hermanos y la hija de la mujer más miedosa del barrio donde vivíamos desde que nacimos.
Su madre, contaba que cuando Raquel era muy pequeña, no la dejaba ir a dormir hasta que no llegaba su padre del trabajo. Le resultaba imposible quedarse sola y se refugiaba en su pequeña hija de menos de dos años, algo inverosímil, pero real. Quizás por esa causa, Raquel se envalentonó con la vida y vió que el miedo era algo absurdo y ridículo, llegándose a sentir la protectora de su madre y más tarde de los hermanos que fueron llegando a la familia.
Esa actitud de protección se extendió más tarde, a todas sus amigas, a las que Raquel, había ayudado en más de una ocasión, acompañándolas a casa o enfrentándose a esos compañeros que no tienen nada mejor que hacer que asustar a las chicas de la clase.
Desperté de un salto y con la confusión que se tiene cuando una se despierta en esas circunstancias, pregunté a Raquel ¿Qué le ocurría? ¿A qué se debía esa extraña actitud? ¿Y qué le había pasado para que temblara como lo estaba haciendo?
La chica estaba francamente asustada y apenas podía hablar. La abracé y cogí sus manos con fuerza y la animé a que me contara lo sucedido...
Con palabras entrecortadas, Raquel, me fue explicando que se despertó en la madrugada, sudando y con ganas de ir al lavabo. Se levantó, se puso una camiseta y un pantalón corto y atusándose el cabello, se dirigió a los servicios del camping, que no quedaban lejos de donde estábamos acampando además de Raquel y yo, cinco amigas más, que habíamos decidido después de muchos planes, pasar una semana de julio en la playa, en aquel camping de primera categoría y con un ambiente fenomenal tanto de día como de noche.
Continuó relatándome lo sucedido y es que al ir acercándose a los lavabos de mujeres, oyó risas y voces de hombres en el interior del mismo. Se mantuvo en la parte exterior de la puerta pero sin entrar al interior y oyó como planeaban meterse en uno de los servicios y así poder dar el mayor susto de su vida a la primera meona que se le ocurriera entrar aquella noche.
Raquel y esa valentía innata que la caracterizaba, estuvieron a punto de entrar y enfrentarse a aquella panda de "gansos borrachos" que estaban dentro de los servicios, pero como las ganas de orinar le oprimían la vejiga y le producían escozor, decidió ir detrás de unos setos que se encontraban justo enfrente, pero un poco apartado de la zona y así poder atender primeramente a su necesidad más inmediata, para después poderse encarar a los desarmados, sin nada que coartara su decisión de ponerlos en su sitio.
Cuando ya más relajada, regresaba hacia los servicios, oyó súplicas, gritos y lloros de una voz femenina en el interior. Abrió con sigilo un poco la puerta y pudo ver como cuatro individuos, estaban cometiendo con una chica, toda clase de vejaciones. Soltó la puerta sin tanto cuidado como la había abierto y uno de los violadores, advirtió su presencia y se dispuso a seguirla, al tiempo que la llamaba y le profería de toda clase de groserías.
Raquel corrió con un pánico desconocido por ella hasta ese momento, pero no lo hizo en dirección hacia las tiendas que ocupaba con nosotros, sus amigas. Lo hizo en dirección contraria y valiéndose de la cantidad de tiendas y caravanas que estaban instaladas en esos momentos en el camping, Raquel pudo esconderse e ir rodeando todo el recinto, hasta llegar de nuevo a los setos que antes le habían servido de urinario. Allí escondida detrás del follaje, la alumbraron las primeras luces del alba y vió como empezaban a levantarse y desperezarse a los madrugadores del lugar, pero Raquel le fue imposible salir de aquel escondite. Sus piernas les flaqueaban y la voz no le salió, aunque lo intentó con ahínco en varias ocasiones, cuando matrimonios mayores salían de las caravanas que tenía más cerca. Lo más que Raquel pudo emitir, fue una especie de maullido, cuando acertó a pasar cerca del lugar donde se encontraba escondida, dos de los vigilantes del Camping.
Confundida,desperté al resto de compañeras que se encontraban en tiendas colindantes a la nuestra y le expliqué todo lo que Raquel me había relatado. Inmediatamente nos vestimos y nos dirigimos al cuartel más próximo a denunciar la desafortunada experiencia de mi amiga.
Queríamos irnos cuanto antes de aquel lugar, pero por indicaciones del jefe de la Guardia Civil y pensando en la pobre chica que había sido ultrajada de forma tan brutal por aquellos malditos, decidimos de quedarnos un poco más, pero eso sí, con estrecha vigilancia de unos cuantos agentes, mientras otros tantos, con la colaboración de la dirección y de los vigilantes privados del propio camping, buscaban de forma frenética, tanto a los agresores como a la propia víctima.
Nada volvió a ser igual desde aquel día. Raquel, no logró ver el rostro de los agresores ni el de la víctima y nadie denunció la violación de la que había sido testigo mi amiga, por tanto, nadie fue detenido ni ayudado.
Lo que en verdad ha cambiado es el comportamiento de Raquel, que ahora si sabe lo que es el miedo y siempre mira hacia atrás, aunque no haya nada que temer ni que lo justifique.
Hay miedos enfermizos y ridículos, pero como decía mi abuela: "Hay que temer a los vivos y ser siempre muy precavidos, porque hay muchos locos sueltos por el mundo".

Marisela

Para más historias:
http://www.elcuentacuentos.com/

domingo, 20 de enero de 2008

CUENTACUENTOS 21-1-2008

Frase de la semana de Fantasmín: "Se truncó la noche en áspera y feliz, en oscura y con destellos (yo creo que por las farolas)."

Se truncó la noche en áspera y feliz, en oscura y con destellos (yo creo que por las farolas). Aquella oscuridad nos brindaba un misterio maravilloso que seguro habían vivido durante siglos los hombres, pero que desconocíamos los que como yo, estábamos acostumbrados a las luces de neón y a las noches de televisión y aire acondicionado.
No me pude resistir y salí a la calle desde donde el cielo era todo un espectáculo de luz. Pronto fueron uniéndose otros amigos igual de asombrados y maravillados que yo y decidimos adentrarnos en el parque cercano a nuestras casas, donde todos sentados en el césped, primero estuvimos escuchando a los grillos y otros sonidos extraños. Parece mentira, pero este tipo de sonidos no se oyen cuando hay luz y el brillo de la luna y de las estrellas pasan desapercibido cuando alumbran las bombillas y los focos artificiales.
Fueron muchos los vecinos que tuvieron la misma idea que nosotros y de pronto nos vimos reunidos muchas personas de diferentes edades, con las que nos cruzábamos a diario y ni siquiera a veces saludábamos.
Mariano, un vecino marinero, empezó a relatar una bonita historia vivida en alta mar, en una noche de una feroz tormenta.
Después fue Jorge, un chico que acostumbraba a hacer montañismo el que contó las maravillas que se podían ver y sentir en la noche desde lo alto de una gran montaña.
También el Señor Antonio, un hombre de más de ochenta años y que había vivido la guerra civil del 36, contó historias increíbles de cuando afinados en las trincheras o haciendo guardias en las líneas de fuego, habían podido vivir él y sus compañeros, algunos de ellos abatidos en el campo de batalla por aquel entonces. Historias que emocionaron a todos los que allí estábamos.
Una vez vuelta la luz, el encanto pareció desvanecerse y poco a poco los vecinos fueron regresando a sus casas, pero mis amigos y yo permanecimos un poco más y estuvimos hablando de lo mágico que había resultado el percance y a mi me salió, como pensando en alto, "ojalá sucediera todas las semanas".
Al día siguiente lo comentamos en clase y también éramos distintos al cruzarnos con algún vecino. Era como si hubiera una complicidad que antes no había. Como si desde ese instante del apagón, los vecinos fueran más que vecinos. Como si fueran alguien de nuestra familia.
La cuestión es que en la siguiente reunión de la asociación del barrio, el tema se trató con más profundidad y decidieron que todos los miércoles por la noche habría reuniones intergeneracionales en el parque, en una glorieta, donde se pidió al Ayuntamiento dejar ese día sin luz desde las diez a las doce de la noche.
La experiencia está siendo tan estupenda, que ha cambiado mi vida y mi forma de pensar por completo. Igualmente pasa con mis amigos y con la gran cantidad de personas que nos reunimos miércoles tras miércoles y que va en aumento cada semana.
¡Ahhh! Se me olvidaba de decir que en esas reuniones no hay edades y cada cual cuenta su historia siendo escuchado por todo el mundo con el máximo respeto.
Marisela

Más historias:

http://www.elcuentacuentos.com/

sábado, 12 de enero de 2008

CUENTACUENTOS 14-1-2008

Cuentacuentos 14-1-2008

Frase de Brian Edward Hyde: "Pasaron varios días hasta que alguien..."

Pasaron varios días hasta que alguien advirtió la presencia de aquel objeto extraño encima de la chimenea del gran salón. Precisamente fue Bernardo, el más avispado de los hijos de Clemencia, el primero en darse cuenta de dicha aparición y que de vez en cuando, el raro artilugio desprendía una tenue luz color esmeralda. No lo hacía siempre con la misma frecuencia. Podía pasar horas sin que el objeto diera ninguna señal, como que se apagaba y se encendía varias veces en cuestión de algunos minutos sin tener una explicación razonable para el muchacho. En principio, miró y remiró desde distintos ángulos aquella figura con forma de pentágono y en su conjunto de un color rojizo oscuro parecido al de la madera de caoba. Por más que miraba, a Bernardo le parecía cada vez más desconocido. Él no había visto nada similar en los años que tenía de vida. Sin atreverse a tocarlo, decidió que lo mejor sería pedir otras opiniones y para ello, se reunió con dos de sus hermanos mayores, teniendo mucho cuidado de no ser escuchados por los más pequeños de la familia.
Juan y Federico, los dos hijos mayores de los doce que componía la familia Méndez López, escuchaban a Bernardo con la boca abierta y con suma impaciencia por poder ver ellos también aquel juguetito raro del que hablaba su hermano, pero Bernardo, nuevamente dando una lección de cordura a sus hermanos mayores, explicó que no sabían si aquello podía ser peligroso y que sería comprometido hacerlo a horas que pudieran estar rondando por la casa algunos de los peques. Sobre todo, los gemelos de cinco años, para los que no había trabas ni peligros suficientemente importantes para frenar su innata curiosidad por todo.
Los tres decidieron bajar a las diez y media de la noche, cuando ya casi todos estaban durmiendo. Además, en principio lo harían por separado y procurando levantar las mínimas sospechas de los que aún estuvieran deambulando por la casa.
Llegada la hora prevista, el primero en bajar fue Federico, pidió ese derecho por ser el mayor de todos y porque conocía un poco más que los anteriores los aparatos de nuevas tecnologías. Cuando subió a la habitación, estaba tan desconcertado como su hermano Bernardo y advirtió que una vez que bajaran los otros dos, si aún no sabían de qué se trataba, entonces cogería e intentaría abrir el dichoso aparato.
Juan bajó las escaleras como si en la casa hubiera un asesino suelto y él fuera la próxima víctima. Él siempre había sido muy fantasioso e incluso se armó con un bate por si aquel objeto era algo venido de otro planeta para espiar a su familia.
Cuando los tres muchachos se volvieron a reunir en el cuarto y en vista de que ninguno había podido descifrar el enigma del misterioso artilugio, decidieron bajar todos juntos e intentar abrirlo de una vez.
Bajaban cuidadosamente los tres, cuando observaron a sus padres y a la señora que los había cuidado desde pequeños con el raro objeto en la mano de la madre, que seriamente le indicaba al padre que había que abrir el aparato, mientras que la señora Antonia, ofrecía algo al cabeza de familia de forma solemne.
Juan, indicó a sus hermanos que se echaran al suelo, porque seguro que habían sido inducidos por los extraterrestres que se habían adueñados de sus cuerpos, asegurando que seguro era una invasión.
Ramón Méndez, padre de la gran familia numerosa, procedió a abrir el pentágono introduciendo en el interior lo que le ofrecía la buena de Antonia y dándole a cambio algo a la mujer, que se llevó rápidamente hacia la cocina.
Los chicos subieron nuevamente arrastrándose como pudieron, para no ser descubiertos y pasaron la noche en vela y expectantes por si alguien extraño acudía a la casa durante la madrugada.
A la mañana siguiente y como era costumbre en el hogar de los Méndez, se armó el gran revuelo que forma una familia de quince personas para asearse, desayunar y ponerse en marcha para la nueva jornada.
Juan, Federico y Bernardo, parecían muertos vivientes después de la odisea nocturna y la desesperación y la impotencia representadas en sus asustadas caras.
Federico se acercó sigilosamente hasta la chimenea para ver si el dichoso y maligno aparatejo continuaba en el mismo lugar, cuando la mano de Clemencia se puso en su hombro, asustando mucho al chaval.
-¿Te gusta como huele el ambientador que me ha traído tu tía de China? -Preguntaba la pobre señora al chico, que más que a la madre, veía a un lagarto verde venido de otra galaxia-
-¿¡QUEEEEÉ!? ¿Esto es un ambientador?
- Si hijo ¿A que parece increíble que un ambientador tenga una fragancia tan delicada y una forma tan elegante? -La madre continuó diciendo que ya le habían puesto las pilas y que en toda la casa se podía oler el magnífico aroma que desprendía-
-Lo siento mamá, pero ahora me tengo que ir, tengo mucha prisa -decía Federico mientras se apresuraba en buscar a sus dos hermanos que tenían proyectado quedarse escondido en la casa y acabar ellos solos con los temibles alienígenas.

Marisela



jueves, 3 de enero de 2008

CUENTACUENTOS 7-1-2008

Cuentacuentos 7-1-2008

Frase de los Duendes "Los muertos no necesitan aspirinas"

Los muertos no necesitan aspirinas y los que las tomamos con frecuencia por motivo de algunos "vivos", tampoco la necesitaríamos, si ellos estuvieran fuera de nuestro mundo.
El 27 de Octubre de 1990, la maestra Carmen, empezó a traumatizarme a mí y a otros alumnos. Quizás podría añadir sin equivocarme, que además también lo hacía con gente fuera del colegio.
Recuerdo la fecha con exactitud, porque hacía poquito que había empezado el nuevo curso y porque ese día me avergonzó delante de toda la clase. Pasé tal apuro, que no creo que la fecha se me pueda olvidar jamás.
Esta mujer estaba como ida. ¿Qué digo ida? Estaba loca de remate. Se comía las uñas, los lápices o su propio pelo. Era tan nerviosa y lo sigue siendo aún, que tenía que tener algo en la boca chupándolo o mordisqueándolo sin parar. Hablaba sola, gritaba como una energúmena o corría por todo el colegio sin motivo de alarma o urgencia que así lo requiriera. Después de comer, se enojaba de forma especial. Nunca he podido saber si es que padecía de estómago o era otra de sus excentricidades para llamar la atención de todo el mundo. Eso no es todo por desgracia. También manipulaba a l@s alumn@s y hacía que fueran a visitar a un amigo o novio que tenía, (que por cierto vivía con ella).
A mí me hizo pasar los peores momentos de mi vida:
Me puso en ridículo delante de todo el colegio, llamó a mi padre para que me llevaran al psicólogo (que por cierto, resultó ser otro psicópata de mucho cuidado), se inventó haberme oído decir que me iba a suicidar y le decía a los padres de mis compañeros que yo era una mala influencia para sus hijos (resultando obvio, que me pasé el curso sin ningún amigo o amiga en la que poder confiar). Creo que eso lo debió hacer con todos, para que los niños no habláramos entre nosotros y pudiéramos llegar a conclusiones que en ese momento por nuestra edad se escapaban de nuestro entendimiento.
Otra chica y yo, la empezamos a llamar como mote "la droga". Al principio sólo se lo llamábamos nosotras dos, pero no tardó mucho tiempo en que la llamara así toda la clase.
Para colmo, descubrí cierto día, que le gustaba mi padre y que trataba de engatusarlo con ciertas artes eróticas que al parecer, dominaba a la perfección. Desde ese día, puse en guardia todos mis sentidos y me puse a vigilarlos de forma desesperada... No quería ni pensar en lo que ocurriría, si también ponía a mi progenitor en mi contra.
Gracias a Dios, mi padre no cayó en sus redes y eso hizo que ella me odiara más si cabía.
Sé de niños a los que ha jodido la vida para siempre (aunque conmigo no pudo).
Lo peor de todo esto, es que en la actualidad sigue dando clase de primaria y eso quiere decir que sigue usando las malas artes y entrañas, porque de no ser así, ya hubiera sido descubierta.
Hoy día, todo el colegio la llama "la droga", pero que yo tenga conocimiento, nadie se ha atrevido a denunciar todas esas cosas que desde siempre ha hecho. Quizás todos los que hemos sido alumnos suyo no estemos preparados para enfrentarnos a que no nos crean y le den preferencia a su detectable e "intachable" expediente y a su saber manipular.
Si al menos, pudiera reunirme con antiguos alumnos y hablar de nuestras experiencias, pero pasado todos estos años, seguimos viéndonos como bichos raros nada convenientes y tomando aspirinas para calmar los dolores de cabeza que nos causa el recuerdo y la impotencia. Así ha ido sucediendo curso tras curso en todos estos años.
La quiero muerta, al menos para la enseñanza y dejar de enriquecer a Bayer con la compra de tantas aspirinas.
Marisela
Más historias:
http://www.elcuentacuentos.com/