sábado, 12 de enero de 2008

CUENTACUENTOS 14-1-2008

Cuentacuentos 14-1-2008

Frase de Brian Edward Hyde: "Pasaron varios días hasta que alguien..."

Pasaron varios días hasta que alguien advirtió la presencia de aquel objeto extraño encima de la chimenea del gran salón. Precisamente fue Bernardo, el más avispado de los hijos de Clemencia, el primero en darse cuenta de dicha aparición y que de vez en cuando, el raro artilugio desprendía una tenue luz color esmeralda. No lo hacía siempre con la misma frecuencia. Podía pasar horas sin que el objeto diera ninguna señal, como que se apagaba y se encendía varias veces en cuestión de algunos minutos sin tener una explicación razonable para el muchacho. En principio, miró y remiró desde distintos ángulos aquella figura con forma de pentágono y en su conjunto de un color rojizo oscuro parecido al de la madera de caoba. Por más que miraba, a Bernardo le parecía cada vez más desconocido. Él no había visto nada similar en los años que tenía de vida. Sin atreverse a tocarlo, decidió que lo mejor sería pedir otras opiniones y para ello, se reunió con dos de sus hermanos mayores, teniendo mucho cuidado de no ser escuchados por los más pequeños de la familia.
Juan y Federico, los dos hijos mayores de los doce que componía la familia Méndez López, escuchaban a Bernardo con la boca abierta y con suma impaciencia por poder ver ellos también aquel juguetito raro del que hablaba su hermano, pero Bernardo, nuevamente dando una lección de cordura a sus hermanos mayores, explicó que no sabían si aquello podía ser peligroso y que sería comprometido hacerlo a horas que pudieran estar rondando por la casa algunos de los peques. Sobre todo, los gemelos de cinco años, para los que no había trabas ni peligros suficientemente importantes para frenar su innata curiosidad por todo.
Los tres decidieron bajar a las diez y media de la noche, cuando ya casi todos estaban durmiendo. Además, en principio lo harían por separado y procurando levantar las mínimas sospechas de los que aún estuvieran deambulando por la casa.
Llegada la hora prevista, el primero en bajar fue Federico, pidió ese derecho por ser el mayor de todos y porque conocía un poco más que los anteriores los aparatos de nuevas tecnologías. Cuando subió a la habitación, estaba tan desconcertado como su hermano Bernardo y advirtió que una vez que bajaran los otros dos, si aún no sabían de qué se trataba, entonces cogería e intentaría abrir el dichoso aparato.
Juan bajó las escaleras como si en la casa hubiera un asesino suelto y él fuera la próxima víctima. Él siempre había sido muy fantasioso e incluso se armó con un bate por si aquel objeto era algo venido de otro planeta para espiar a su familia.
Cuando los tres muchachos se volvieron a reunir en el cuarto y en vista de que ninguno había podido descifrar el enigma del misterioso artilugio, decidieron bajar todos juntos e intentar abrirlo de una vez.
Bajaban cuidadosamente los tres, cuando observaron a sus padres y a la señora que los había cuidado desde pequeños con el raro objeto en la mano de la madre, que seriamente le indicaba al padre que había que abrir el aparato, mientras que la señora Antonia, ofrecía algo al cabeza de familia de forma solemne.
Juan, indicó a sus hermanos que se echaran al suelo, porque seguro que habían sido inducidos por los extraterrestres que se habían adueñados de sus cuerpos, asegurando que seguro era una invasión.
Ramón Méndez, padre de la gran familia numerosa, procedió a abrir el pentágono introduciendo en el interior lo que le ofrecía la buena de Antonia y dándole a cambio algo a la mujer, que se llevó rápidamente hacia la cocina.
Los chicos subieron nuevamente arrastrándose como pudieron, para no ser descubiertos y pasaron la noche en vela y expectantes por si alguien extraño acudía a la casa durante la madrugada.
A la mañana siguiente y como era costumbre en el hogar de los Méndez, se armó el gran revuelo que forma una familia de quince personas para asearse, desayunar y ponerse en marcha para la nueva jornada.
Juan, Federico y Bernardo, parecían muertos vivientes después de la odisea nocturna y la desesperación y la impotencia representadas en sus asustadas caras.
Federico se acercó sigilosamente hasta la chimenea para ver si el dichoso y maligno aparatejo continuaba en el mismo lugar, cuando la mano de Clemencia se puso en su hombro, asustando mucho al chaval.
-¿Te gusta como huele el ambientador que me ha traído tu tía de China? -Preguntaba la pobre señora al chico, que más que a la madre, veía a un lagarto verde venido de otra galaxia-
-¿¡QUEEEEÉ!? ¿Esto es un ambientador?
- Si hijo ¿A que parece increíble que un ambientador tenga una fragancia tan delicada y una forma tan elegante? -La madre continuó diciendo que ya le habían puesto las pilas y que en toda la casa se podía oler el magnífico aroma que desprendía-
-Lo siento mamá, pero ahora me tengo que ir, tengo mucha prisa -decía Federico mientras se apresuraba en buscar a sus dos hermanos que tenían proyectado quedarse escondido en la casa y acabar ellos solos con los temibles alienígenas.

Marisela



8 comentarios:

Sureña dijo...

Jajaja qué bonita es la inocencia....
Y qué pena que la perdamos al crecer.

Por cierto, una cosita, has tenido el mismo problema que yo con la frase; resulta que la hemos copiado tal y como la hemos visto en el foro, pero en realidad es más larga: "pasaron varios días hasta que alguien cayó en la cuenta de que los sueños habían desaparecido". Hay que mirarlo en el apartado de frases de la semana porque en el foro a veces no las ponen enteras... somos novatas :)))

Un beso

Anónimo dijo...

Por lo visto es cierto y he cogido la frase a medias.
Espero que me perdones Brian, no ha sido mi intención. La cogí del foro y es que aún no sé como funciona bien la nueva página.
De todas formas aquí queda mi cuento para quien lo quiera leer.
Besos a todos y de nuevo mil perdones.

Pugliesino dijo...

Y anda que no habremos veces imaginado algo y de tal forma que superase a la realidad creando la propia nuestra. Has conseguido con pocos mimbres una fantástica historia, enhorabuena!
Un abrazo
Quince?? :)

Anónimo dijo...

Si quince: El matrimonio, doce hijos y la señora que ayudaba desde que nacieron suman quince si no me equivoco Carlos.
Un besote

Anónimo dijo...

Jejejeje! Es que... cosas así sólo pueden pasar cuando hay niños de por medio!! :P

Me ha gustado mucho, desprende inocencia por todas parte y, además, me has arrancado una sonrisa, que eso nunca viene mal y es de agredecer. Por lo tanto... yo te perdono por poner sólo la mitad de la frase!! :P

No, en serio... me ha encantado! Mil besotes y otros tantos aplausos solete!

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho la inocencia que transmite el relato, cosa que quizás no sería posible si tú no la tuvieras intacta en tu interior.
Se podría hacer una peli con tu relato, que sería muy taquillera e interesante.
Saludos Marisela.

Anónimo dijo...

Joer que buena historia!!!
Y pensar que un ambientador podría haber sido el causante de una matanza ... menuda imaginación; la que nos falta a muchos por haber perdido la inocencia de la niñez.
En fin... que me ha gustado mucho el relato. Felicidades!

tormenta dijo...

Mas de una vez me pasó algo parecido de peque :) y es que no hay nada más bonito que dejarse llevar por la imaginación. Esa es la diferencia cuando creces, no es que los adultos no tengamos imaginación... es que no nos dejamos llevar por ella.
Me ha gustado un montón bonita.
un besote inocente.